martes, 28 de septiembre de 2010

¿Te está microgestionando a tí mismo?

STEVEN DEMAIO : Desde el Harvard Business Review, Lunes 3 de Agosto de 2009
 
La microgestión no siempre es causada por una persona sobre otra. tu puedes fácilmente ser la víctima sin saberlo de su propio masoquismo. La auto-microgestión es difícil de ver, pero puede tener un efecto prejudicial sobre tu capacidad para hacer las cosas, ya sea que trabaje para sí mismo o con un equipo. Existen pocos incentivos para reconocerlo porque, después de todo, ¿con quién se va quejar? Esto es lo que hago para mantener bajo control al microgestor que existe en mí y también para reconocer cuándo efectivamente ofrece algo de valor.

1. No perder de vista el panorama general, incluso cuando se esté realizando un trabajo de bajo perfil. El microgestor clásico tiende a apuntar hacia los detalles inmediatamente, de modo que incluso las mejores sugerencias parecen quisquillosas. Si tu haces eso con tu propio trabajo, experimentará una sensación generalizada de frustración; y como no tendrá a nadie a quien difamar, tu sesión de trabajo se convertirá en una carga para ti y solo para ti. No importa lo pequeña que sea la tarea que está realizando, no pierda de vista el propósito superior. Eso te ayudará no sólo a evitar la frustración, sino que le permitirá realizar el trabajo más rápidamente.

2. Evita autocorrecciones en la mitad del proceso, especialmente en tu primer ensayo. tu primera sesión sobre el proyecto debería ser la más larga. En esa sesión, concédete la oportunidad de experimentar el arco completo del esfuerzo. No comiences arreglando un pequeño ángulo antes que haya construido la estructura básica. Así como es contraproducente que un ejecutivo impaciente le quite prematuramente el trabajo a un empleado para arreglar los detalles, tu socavarás tu propio trabajo si te miras a tí mismo como un halcón y desciende en picada para detenerse en minucias antes de que hayas terminado con lo básico. Quizás tus propias garras no te duelan tanto como las de otra persona, pero derraman la misma cantidad de sangre.

3. Cuando no sea posible delegar tareas completas, delega microdecisiones. Todos saben que a los microgestores les es difícil delegar. Por cierto, ciertas tareas simplemente deben ser realizadas a solas, especialmente si tu trabajas para sí mismo. Pero hay momentos en que una rápida consulta con un colega en quien confías, incluso si es por e-mail, puede ayudarte a tomar una decisión sobre algo que podría enredarlo si tu única caja de resonancia es tu propio cerebro. A menudo tu sólo necesitas otro par de ojos u oídos agudos (“¿Voy por buen camino en relación a esto?”); a veces te enfrascas en un punto final que alguien con más experticia podría solucionar en un santiamén. La delegación de microdeciciones te pueden salvar de la auto-microgestión.

4. Reconoce que el microtrabajo tiene su lugar. La calidad de un proyecto sí depende, en parte, de trabajar bien los detalles pequeños de modo que no se tornen en obstáculos. Si tu trabajo se llena de pequeñísimas imperfecciones, las tendencias de la microgestión de aquéllos quienes lo reciben pueden entrar en acción y nublar su capacidad para ver lo esencial con claridad. Aunque nunca deberías perder de vista el panorama general en ninguna de las etapas, debes ser muy exigente respecto de los detalles cuando corresponde. La mala microgestión a menudo es el resultado de la impaciencia, pero la buena microgestión requiere paciencia.

Fuente: http://www.hbral.com//blog/blog.asp?modulo=2&idBlog=31

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